Operatory fluctuations of space, flight lines of personae.
Son hartas las ocasiones en las que uno se encuentra con multitud de representaciones del pensamiento, más o menos elaboradas, a las que se le atañe el apelativo -escasas veces humorístico realmente- de meme. Meme ya siquiera ni entendido en el sentido de partícula de cultura, sino en el sentido de repetición; en el sentido de su propio movimiento vírico de propagación y autopreservación. Sin ser necesario entrar en la definición de Cultura o Meme, que da pie a otra discusión; es preciso entrar en cómo fluye ésta repetición, repetición barroca, en volutas. Siendo cortada, veces cercanas al infinito, por los vectores de la ironía. El meme no se toma a sí mismo en serio. Su propio movimiento, el cual tiende a ser hídrico, llenándolo todo, se subsume a los flujos propios del capital cuando este es devenido-postirónico; cuando su propia imágen no presenta la verdad sino una proyección difusa de su propia realidad noológica. Ya no solo en la desinformación mediática, el poder blando del neoliberalismo, o lo que fuere, sino en el mismo proceso especulativo, pensativo, de las ideas de la persona en su misma singularidad. Se deja evidenciar. Esto último es producto de lo otro primero.
Con claridad de pensamiento -lo cual no significa literalidad en todas sus ocasiones, y obviando taxonomías posmodernas (como la misma posironía, la Nueva Sinceridad o la Ironía Posmoderna)- me refiero a claridad de propósito en lo que se piensa y se dice. Si la sátira no consigue diferenciarse del objeto de su crítica está condenado a repetir las mismas estructuras de poder y movimientos-flujo de los que pretende diferenciarse.
Expresiones famosas, meméticas, como el cómic de Adam Ellis, “let people enjoy things” o su correspondiente irónica “no fun allowed” sacado de un libro de Sonic the Hedgehog, sirven para representar la misma idea: “no es para tanto”, “no hace falta tomárselo tan en serio”, etc. Estos mecanismos, víricos, cancerígenos, fluyen repitiéndose, sin devenir entre ellos mismos una diferencia, necesaria para no ser desterritorializados y recodificados por el mismo Capital, el cual produce su propia diferencia. Estos movimientos del meme producen, pues, una reducción al absurdo, literal y metafórica, una búsqueda de la simplicidad del pensamiento, que no claridad ni búsqueda intuitiva de una verdad que sirva para una multiplicidad del mismo conocimiento; aunque sean varias y múltiples las formas en las que se represente, no son diferentes.
Esto se puede entender más que bien con el, muy a menudo, criticado lenguaje hermético en las obras de Deleuze y Guattari. Esta forma de expresión, de pensar y de hablar, e incluso de habitar en su propio territorio, tiene una razón de ser. La desterritorialización del sentido del lenguaje de D&G en obras como Capitalismo y Esquizofrenia, a menudo críptico (aunque siempre se puede encuadrar en un campo de conocimiento específico, Deleuze y Guattari nunca practicaron la escritura absurda automática ni asémica del surrealismo o Dada), no es solo una cuestión de estilo filosófico, sino una estrategia consciente de resistir la simplificación y la recodificación de su filosofía por parte del Capital y del órgano de Estado, de resistir la trivialización del pensamiento. Esta idea, dentro de la red, se ha reducido a la idea de (devenir-meme) gatekeeping.
Desde la noología, su código hermético puede ser visto como una forma de mantener tanto al pensamiento como al lenguaje, es decir, a la filosofía, en alerta, en constante movimiento. Y a esta concepción se le podría atribuir la crítica de “hombre, esto es un elitismo intelectual en toda regla”. A lo que yo respondería que “hombre, es que la intelectualidad, la persona que realmente quiere relacionarse con la tarea crítica del pensamiento, debe ser, primeramente un elitista.” Luego ya, una vez confeccionadas las ideas en un territorio ajeno y alienado del Capital -sea cual fuere, igual en la interioridad compartida de una amistad- ya una vez establecido aquello, pudiere confeccionarse el pensamiento masificado. Si es que realmente merece la pena. ¿Puede hacerse un pensamiento, es posible una noología simple, clara, trivial, etc, que no sea subsumida por el capital, institucionalizada, organada por el Estado? No. Precisamente porque estos procesos cognoscibles de la razón y la sin razón son vectoriales, armas, cuyo filuum maquínico es precisamente su hermeticidad. Así es como se lucha contra el flujo-capital. Así es como se organizan los procesos a primera instancia diversos y desconexos, que devienen en la singularidad de pensamiento. Retornando a aquello de la claridad de pensamiento:
“Pero el pensamiento solo pide eso: que no se lo tome en serio, puesto que de esa manera puede pensar mejor por nosotros, y engendrar siempre sus nuevos funcionarios; cuanto menos en serio tomen más personas al pensamiento, más piensan conforme a lo que quiere el Estado. En efecto, ¿qué hombre de Estado no ha soñado con esa pequeña cosa imposible, ser un pensador?”
El pensamiento subversivo, lo que, entre otras cosas, se puede ver en la molecularidad, dentro del socius, de las tribus urbanas, entendidas como estratos de la geografía social; estos estratos son capas dispersas del núcleo general en todos los aspectos: escuela, trabajo, familia… y son concebidos como grupúsculos dentro de un mismo sentido. No son un grupo real, que tengan reuniones programadas, aunque ocurran a lo largo del tiempo y dentro de los propios movimientos de la Red estén organizados dentro de los propios flujos de los algoritmos que estructuran el contenido dentro de las redes sociales. El emo existirá aún cuando no existan más grupos de música de su género, incluso si es el único singularizado en su tribu social. Aunque esté solo. Pero, es sabido; el Capital arrampla con todo proceso noológico (y económico, artístico, gnoseológico, epistemológico…) y lo hace suyo, lo hace de todos. Nadie es ajeno al Estado ni al Capital. Es por eso que ahora, por ejemplo, no existe distinción real, en el plano del socius, entre, emo, gótico, scene, lolita, o el vestir de negro incluso. Estas cosas, realmente, y en su más profunda y distinguida concepción, se arreglan haciendo lo que mencioné anteriormente: gatekeeping. O como canturrean los soldados de los Canteros en un capítulo de Los Simpsons: “¡Lo mío, pa’ mi!”; lo cual encaja perfectamente en el contexto de hermetismo que se mueve la sociedad secreta de los Canteros en evidente parodia de las logias masónicas. ¿Cómo trasladamos todo esto, cómo hacemos del hermetismo nuestro movimiento subversivo, fuera de los flujos del Capital y los ojos del Gran Hermano? ¿Cómo podemos hacer para que nuestra crítica visceral, odio, nuestros pensamientos y sentimientos, no sean transformados en un pastiche de camisa en Amazon por 15 €?
En 1997 se publica en Francia Impostures intellectuelles, al año siguiente, en los Estados Unidos se traduce como Fashionable Nonsense: Postmodern Intellectuals’ Abuse of Science. Escrito por Alan Sokal y Jean Bricmont. Quién conozca el libro sabe que se trata de una crítica y sagaz burla de la filosofía y pensamiento de moda en la Francia de aquellos años, estructuralismo y posestructuralismo. No vengo a defender nada ni a criticar nada, sino a poner ciertos puntos sobre las íes, dado que el tema ahí tratado nos concierne si nos importa lo que se trata en este texto. No vengo a puntualizar críticas ya realizadas en contra ni a favor, como ya he dicho. Principalmente porque una obra de estas características me parece, no solo importante, sino incluso obligatoria e inexcusable. Señalar con el dedito a la mala praxis literal del uso de las ciencias en el contexto literario-filosófico en autores como Lacan, Deleuze y Guattari, Foucault, Virilio, etc, me parece justo. Con ello no quiero apoyar rotundamente la posición cientificista de que no se pueda jugar con el lenguaje dentro de su propia literalidad de campo. Estos autores (D&G — los únicos que he leído en condiciones), al fin y al cabo, excepto en Lacan, donde sí hay un uso específico de lo metafórico, no se pretende que el lector salga versado en cuestiones científicas, sino aplicar esa poematidad transversal con la ciencia para el propósito con el que se han planteado en un primer lugar. Cuando me fijé que el capítulo de Deleuze empieza señalando su muerte, que en aquél entonces había ocurrido hace dos años, pensé: “Menudo libro nos hemos perdido”. Y recordé, como es obvio, aquél texto de Carta a un crítico severo, digno de leer, claro está.
Se habla desde el fondo de lo que no se conoce, desde el fondo del propio subdesarrollo. Uno se ha convertido entonces en un conjunto de singularidades libres, nombres y apellidos, uñas, cosas, animales y pequeños acontecimientos: lo contrario de una vedette. Fue así como yo empecé a escribir libros en este registro de vagabundeo, Diferencia y repetición y Lógica del sentido.
[...]
Y es que hay dos maneras de leer un libro: puede considerarse como un continente que remite a un contenido, tras de lo cual es preciso buscar sus significados o incluso, si uno es más perverso o está más corrompido, partir en busca del significante. Y el libro siguiente se considerará como si contuviese al anterior o estuviera contenido en él. Se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito. Pero hay otra manera: considerar un libro como una máquina asignificante cuyo único problema es si funciona y cómo funciona, ¿cómo funciona para ti? Si no funciona, si no tiene ningún efecto, prueba a escoger otro libro. Esta otra lectura lo es en intensidad: algo pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es una especie de conexión eléctrica (...).
Uno podría sacar la conclusión de que lo único en claro que se extrae de esto es que abogan por un relativismo-lectura. Lo cual sería una interpretación a medias como mucho, y a lo corto, una reducción que peca de vaga. Al final, si uno ha leído realmente Mil Mesetas (libro que ni siquiera estaba publicado a la hora de escribir esta carta - la cual se compone en un contexto psicoanalítico, como le corresponde al AOE), sabría que D&G conciben la ciencia y la magia como un movimiento del Poder, de las intenciones del aparato de Estado. Parafraseando este concepto: la magia se considera tal en cuanto que esta cae en desuso. Y por otro lado se puede seguir diciendo: la ciencia se considera tal en cuanto se generaliza us uso. Afirmaciones que coinciden en cómo funciona precisamente el método científico, la incesante progresión del pensamiento buscando autorefinarse (sin entrar en qué consideramos método, ni para qué ámbito, ni circunstancia, ni nada). Y no voy a pretender con esto buscar qué es lo que pretende Deleuze que hagan con sus libros. Ya lo ha dejado él más que claro, quien quiera partir en busca del significante, que lo haga. Y esto dos físicos franceses, como buenos físicos, partieron en su búsqueda, sin mucha más carne. Como bien dicen ellos en su epílogo: “para tratar estas cuestiones [las científicas] con sentido, hay que conocer a fondo, a un cierto nivel técnico indispensable, las teorías científicas de que se trate; no será suficiente una comprensión vaga, a nivel divulgativo.” O, “y si, llegado el momento, se pone en evidencia su absurdidad, el autor puede defender alegando que ha sido mal entendido y retornar a la interpretación inocua.” Sin señalar el evidente hombre de paja de lo último, en el caso de D&G, ellos no hacen gala de ser divulgadores, y quien se exponga sus textos sabe de antemano, sobretodo en los libros que tratan ellos mismos (Mil Mesetas, Lógica del Sentido, etc) que se parte desde la asignificancia y la literalidad. Como yo me quejo de la falta de rigor en la conversación pública en la red, ellos se quejaron de la falta de rigor a la hora de tratar su tema en lo que estaba de moda en los círculos intelectuales de su momento. Y como dije antes, un libro como el de Sokal y Bricmont me parece, con sus especificaciones, justo y necesario. Como me lo parece que se puntualice esta clase de cosas siempre que sea necesario en el tiempo que corra.
Y es que al final los libros de Deleuze y Guattari se deben a su función. Si no te sirve, coge otro diferente. Y es algo que contrasta con lo que se discutió al principio del artículo: el meme, como Edipo, no sirve para absolutamente nada. Para criticarlo, como mucho. Y entiendaseme, el meme no es un formato de imagen con el que haces un chistecillo, el meme no es su forma. Por si alguien se ha perdido: el meme es su movimiento. Pero no sirve en cuanto que el meme, ahora, el meme masificado, el meme-chiste, el meme-ironía, está completa y absolutamente edipizado. Y aunque no esté masificado, el chistecillo de nicho de dos wojaks teniendo una conversación que solo dos lunáticos de Twitter saben identificar, tampoco es útil.
En conclusión, deleuziano, sí, pero no gilipollas. No se trata del inmovilismo, de ne savoir pas demeurer en repos, dans une chambre, no, no se trata de eso. Al final el activismo internetero, la supuesta gran conversación de la que todos somos partícipes en la red, cuando está tan sometida a estos movimientos del capital, no deja lugar real, no hay territorio para una conversación seria, sin cinismos ni medias tintas.
Toquemos más hierba. Reunámonos nosotros, los que somos conscientes de esto en espacios reales, donde se pueda tener esta susodicha conversación sin que entremedias se meta un bot porno a dar like. Salgamos, de vez en cuando, a tocar hierba.